El primer pasillo me llevo a otro, tan blanco como el anterior, los gritos de las personas en la entrada disminuyeron según avanzaba. Habían varias puertas a cada lado del pasillo de las que colgaban unas placas con los nombres de lo que se hacía allí, pero ninguno decía morgue o deposito, continúe avanzando y no sé por qué los pelos de la nuca se me erizaron, creo que el hecho de estar sola en un pasillo blanco y silenciosos daba esa sensación, no, el hecho de estar en un hospital me daba esa sensación, el silencio se convirtió en algo casi palpable y mi respiración era entrecortada, vamos Kari es solo un pasillo largo y silencioso, está bien iluminado, suspire.
Leí una placa, Sala de Investigación, me detuve un momento en esa, ¿Estarían allí los cuerpos de las victimas para investigar la causa de la muerte?, abrí la puerta y eche una mirada al interior, solo habían dos escritorios y un montón de papeles sobre ellos, cerré la puerta con sigilo y me sobresalte al escuchar un sonido extraño, mire al fondo del largo pasillo y entrecerré los ojos, había una puerta doble, el depósito, donde estaría lo que buscaba y de dónde provino el sonido, me mordí los labios, el pulso ya me taladraba los oídos, créanme, preferiría estar enfrentándome a un demonio en estos instante que estar allí, tome aire y avance, solo di dos pasos y me detuve, tenía la impresión de que alguien me observaba, de que tenía los ojos puesto sobre mi nuca, me volví y al punto estuve de lanzar un fuerte grito cuando lo vi.
-Disculpa, ¿Te asuste?
-No – mentí, por supuesto que lo hizo – Es solo que no te escuche acercarte.
-Siempre me dicen lo mismo – admitió.
Era un chico joven, yo diría un poco más que yo, y por su aspecto pálido supuse que le habían dado una mala noticia, sus ojos eran de un color gris oscuro y su pelo castaño, sus rostro estaba liso, se supone que los adolecentes pasan por el trauma del acné ¿no?, pero este parecía que no conocía eso, y además era muy guapo y alto, sin embargo un palpito bajo mi pecho me dijo que me alejara de él.
-¿Buscabas a alguien? – inquirió con una suave voz.
-Yo, pues, si – contrólate Kari – Mi tío trabaja aquí y he venido a verle - que otra cosa iba a decir, ¿Que esa noche salí a echarle un vistazo a unos cadáveres?
-No es un buen lugar para visitas – el tono de su voz ahora me erizo la piel – Pero en fin, quien soy yo para juzgarte – dio media vuelta y echo a andar – Hasta luego.
Me quede mirando su espalda hasta que doblo la esquina del pasillo, nunca había conocido a una persona tan extraña y que me provocara semejante sensación.
Sacudí la cabeza y me concentre en lo que me había llevado allí, sería mejor que terminara cuanto antes y me largara, mire la puerta doble y avance, eso sí, no sin antes mirar por encima de mi hombro para cerciorarme de que no había nadie detrás de mí.
Volví a escuchar el mismo sonido de antes, era como si alguien dejara caer un melón al suelo, y provenía del depósito, no se notaba luz por las orillas de las puertas, eso quería decir que allí no había nadie, aunque estaba segura de que el sonido había provenido de adentro.
Mire a mi espalda, la idea de haber ido a la morgue de noche me estaba pareciendo una mala idea, vamos que tenia los pelos de punta y el corazón al galope, ya sé que no debería tener miedo, pero por algo lo tenía, aunque sabía que solo eran cuerpos inertes y yo podía ver sus almas de forma espectral, no obstante algo me mantenía asustada y no eran los cadáveres.
Cerré los ojos por dos segundo y empuje la puerta, el lugar estaba sumido en penumbra, apenas veía mi silueta en el suelo alumbrada por las lámparas del pasillo, di unos pasos y busque el interruptor en la pared con las manos temblorosa, lo encontré y lo encendí, me quede sin aliento y petrificada por dos razones.
La primera, las cámaras estaban abiertas y los cadáveres reposaban inertes sobre las largas bandejas de acero inoxidable, solo que estaban decapitados y sus cabezas sobre el suelo.
La segunda, el acero filoso que se poso sobre mi garganta en cuanto encendí la luz.
-No deberías estar aquí – dijo una voz a mi espalda – Lugar equi…
Se interrumpió y olfateo mi piel, sentí su aliento sobre mi cuello y desee gritar, pero el miedo me lo impidió, escuche unos pasos en el pasillo y rogué para mis adentros para que fuera algún médico de allí.
-Momento inoportuno – añadió.
Sentí el filo más cerca de mi cuello, sentí que el corazón se me detenía, sentí más que miedo, todo a mí alrededor se volvió borroso hasta quedar sumido en la oscuridad y lo último que sentí fue su aliento sobre mi cuello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario