La señora Rosa me dedico una amplia sonrisa sin acercarse, ya sé que debería llamarla tía, pero ella misma nos había dejado claro a Gueyri y a mí que no la llamáramos así.
Miguel, el hijo pequeño de la pareja, pero el más alto, se acerco y medio un beso, Azucena y Jazmín también lo hicieron, ¿A que todas tienen nombres de flores?, así somos los dominicanos de originales a la hora de ponerles nombres a los hijos, ya han visto el de mi hermano, Gueyri, y el mío, todos me llaman Kari, pero es el diminutivo de Karaya-Ri, mi abuela fue quien nos dio esos nombres, según ella son antiguo y pertenecen a una lengua antigua, y poseen un significado.
Fuimos directamente hacia el comedor, mi tío ocupo la cabeza de la mesa y yo el otro extremo, su señora se sentó a su derecha junto con Miguel y las hermanas se sentaron juntas a su frente.
Azucena tiene dieciocho años, dos más que Jazmín, y no se parecían en nada, Azucena tenia la piel clara como su madre, también tenía sus mismo ojos marrones y su perfilada nariz, en cambio Jazmín se parecía a su padre, con la misma cara cuadrada y ojos oscuros y penetrante, por lo menos no saco su figura baja y robusta, Miguel era harina de otro saco, no se parecía a ninguno de los dos, era delegado y muy alto, cosa casi carente en la familia Deschamps, sus ojos eran del mismo color que los míos y era muy simpático y altruista, le gustaba ayudar a los demás y solo tiene quince años, no me cabía la menor duda de que sería un buen hombre.
Durante la comida mi tío hablo de negocios y de lo bien que estaban las cosas en la empresa y también, por enésima vez, me pidió que formara parte del comité, nunca se cansaba de lo mismo, yo no estaba hecha para los negocios, esa vena la saco mi hermano.
Recordé que cuando mi tío se entero de la carrera que había escogido para estudiar puso el grito al cielo, y peor aun cuando le dije que estudiaría en la universidad pública, la UASD, se paso una semana llamándome todo los días para hacerme cambiar de parecer, pero en fin, un día tendría que cansarse de lo mismo.
Mireya retiro los platos y sirvió café, solo a mis tíos y a mí, a los chicos le ofreció un batido de cerezas que agradecieron con simpatía, luego le llevo un trago de whisky al tío, debía de admitirlo, Mireya conocía más los gustos de mi familia que yo.
-Kari, quería pedirte una cosa.
-Lo que quieras tío.
-Me gustaría que no estuvieras tarde de la noche en la calle – ¿Es que se había enterrado de la hora en que llegue a casa?
-Ya sabe que no soy de la que andan a altas horas de la noche de fiesta – dije para ver si solo me estaba tanteando.
-Eso lo sé, pero estudias de noche y para ser sincero este país se está volviendo muy peligroso, no quisiera que una noche me llamaran a casa para pedir un rescate por ti – vaya, ¿Por qué no me sorprende su exageración?, además, no creo que ningún demonio se atreva a pedir un rescate o sepa usar el teléfono.
-Descuida, no me pasara nada.
-Deberías andarte con cuidado – intervino Azucena – Han habido unos asesinatos extraños en la ciudad.
-¿A qué te refieres?
-¿De qué estás hablando? – pregunto su padre – No he visto nada de asesinatos extraños en los periódicos.
-Porque es algo que nadie sabe – admitió.
-¿Y cómo es que tu si? – inquirió Rosa.
-Porque mi amiga Katy me lo conto.
-Azucena, explícate – la voz del tío Guarionex sonó rotunda.
-Ya saben que el padre de Katy es el director de la morgue del hospital Darío Contreras – sus padres asintieron – Bien, pues ella estaba en el hospital ayer y escucho que su padre le decía a un medico que los cuerpos que habían llevado allí no tenían sangren y que en la escena del crimen no había rastro de ella.
-¿De qué murieron? – pregunto Miguel.
-Eso es lo extraño según Katy, dichas personas parecían no haber sufrido ningún trauma, y la autopsia, que ella leyó a escondida de su padre, indicaba que los cadáveres tenían todos sus órganos en perfecto estado y que la causa de la muerte se debía a la pérdida de sangre.
La mire directamente a los ojos, Azucena nunca mentía, era una chica muy aplicada y obediente, pero ¿Cómo podía quedarse una persona sin sangre así sin más?, mi tío también parecía pensar en lo mismo ya que miraba el whisky con rostro confuso.
-Azucena – dije – ¿Tu amiga está segura de que en el informe que leyó no había algo sobre alguna herida?
-Una persona no puede quedarse sin sangre así sin más – se los dije, mi tío estaba pensando lo mismo.
-Katy me dijo – contesto Azucena – Que lo único extraño o más bien común entre las víctimas eran dos pequeños puntos en el cuello.
-¿Dos puntos? – inquirió Miguel con una sonrisa – ¿Cómo los que los vampiros dejan en sus víctimas?
-Los vampiros no existen – le dije, porque así era, solo eran un mito para entretener a la gente.
-Kari tiene razón Miguel – me apoyo mi tío.
-Sea lo que sea, hay que tener cuidado – dijo Azucena – Imagínense si es algo peor que un asesinato, imagínense que sea una plaga.
Todos guardamos silencio, no se los demás, pero para mí aquello no era una plaga, algo me decía que tenía que ver con que estuviera viendo más muertos de la cuenta y ¿Recuerdan el miedo que pase cuando salí de la fiesta de Elí?, si, cuando la energía eléctrica se fue, no fue aquel espectro que salió de la nada el que me hizo sentir aquel mal a mi alrededor, era otra cosa, y sabía que tenía que ver con los demonios, aunque no era lo mismo que sentía cuando los tenía cerca, era algo más poderoso.
Tal vez alguna secta satánica estaba por ahí invocando demonios, y más me valía averiguar el asunto, mi abuela me había dicho que no dejara que la oscuridad dominara, y para serles sincera no la dejare.